Con más de diez años ejerciendo en la sede Plaza Vespucio, para este docente la vocación y el espíritu de servicio son el pilar fundamental de su día a día.

Nacido en México, Juan Dillarza Benítez llegó a nuestro país hace 15 años por amor a una chilena. Se casó, se estableció aquí, tiene una hija llamada Renata y ya se siente en casa en estas tierras. “Puedo decir que hoy tengo dos patrias: México y Chile. No importa donde nací, a ambas la llevo en mi corazón”, asegura con orgullo.

Abogado de profesión y con un MBA en la Universidad Católica, a Duoc UC llegó primero como alumno, a cursar un diplomado. Ahí, una de sus profesoras lo invitó a postular a una vacante y fue seleccionado. “Pensé quedarme sólo unos años, pero estoy maravillado y ya llevo 13 años como docente”, dice.

Reconocimiento a la vocación

En este sentido, dice que obtener el premio “Espíritu Duoc UC” es uno de los más grandes reconocimientos de su vida profesional.

“Es la renovación de mi vocación y de la confianza y compromiso, no sólo con los sueños de los alumnos, sino con los de sus familias, cuyo esfuerzo conjunto da frutos abundantes como premio a la perseverancia, la fe y la esperanza. Para mí, ser reconocido como “Espíritu Duoc UC” es encarnar, interpretar y vivir valores de nuestra Institución, los que resumo en uno: espíritu de servicio, dice.

 

“Duoc UC ha fortalecido mi vocación, hoy es muy importante lo que hago y cómo lo hago, pero el motor de todo esto es el por qué lo hago: para transformar la vida de las personas y, por tanto, la mía”.

Juan Dillarza.

Enseñar para transformar

El profesor Dillarza confiesa que la posibilidad de enseñar a otros se ha transformado en un pilar en su vida.

Y agrega que en estos años como docente se ha forjado en aspectos técnicos y pedagógicos, pero también en habilidades como la empatía, la pasión por la enseñanza y la transformación del estudiante hasta su titulación. “Es lindo cuando empiezan a ejercer su carrera en una empresa, me llaman y dicen: “¡Profe! ¡Encontré trabajo! Es una gran alegría. Eso es para mí alimento vivo que me hace feliz. Y siento que en esto toda la Institución está alineada, lo damos todo y eso lo llamo vocación”, dice con un entusiasmo contagioso.

Un aporte a la sociedad

A su juicio, el modelo educativo de Duoc UC es único y se lleva a cabo con pasión y el objetivo común de “forjar personas y futuros profesionales cuyas competencias y capacidades les permitirán transformar sus vidas y aportar en la sociedad”, asegura.

Con esa misma convicción, recuerda que, hace unos años, pensando cómo desarrollar habilidades de comunicación entre sus alumnos, comenzó a organizar debates.

“En pocas semanas perdieron el miedo de hablar en público y se generó una gran motivación por participar”, cuenta. Gracias a eso, al año siguiente obtuvo un reconocimiento como una de las mejores prácticas docentes, lo que fue el inicio de más debates a nivel de sede y entre sedes.

“Había mucho entusiasmo. Recuerdo los talleres previos al torneo, puro compromiso de los estudiantes, ¡ese es el corazón vivo de Duoc UC!”, asegura con cariño el docente Juan Dillarza.