A partir de la promulgación de la ley de Educación Superior, se establece la creación de un nuevo Sistema de Acceso que “será objetivo y transparente y deberá considerar, entre otros, la diversidad de talentos, capacidades o trayectorias previas de los estudiantes”. Es decir, independiente de su procedencia todos los estudiantes tendrían igualdad de oportunidades ¿se cumplió aquello con la nueva Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES)?

Esta prueba, que se aplicó por primera vez para el proceso de admisión 2023, constituiría —al menos de forma simbólica— la consecución de la promesa pro-equidad del sistema educativo chileno. Con mucha satisfacción, distintos actores del sistema han difundido los resultados obtenidos. Se ha relevado, destacando el aumento en el número de postulantes, el cambio en la conceptualización del mérito académico, otorgándole mayor valoración a la trayectoria formativa previa del estudiante. En términos de resultados, de los más de 245 mil personas que la rindieron, un 55,67% fueron seleccionados por las universidades del país (lo que implica un aumento del 12,56%) y las mayores alzas se produjeron entre los egresados de colegios públicos técnico-profesionales, con un aumento de 25,42%.

No obstante, es bueno ser cautos. La educación técnico-profesional y sus estudiantes siguen viviendo las consecuencias de una estructura educativa desigual que no ha tenido la institucionalidad y capacidad suficiente para avanzar con equidad de oportunidades. Aunque existen excepciones a la regla, estudiar hoy día en un liceo técnico abre posibilidades de desarrollo de la persona, pero hasta cierto punto, con restricciones y letras chicas. Veamos algunos números.

Al comparar a los postulantes por grupo, el subconjunto que pertenece a la modalidad TP es el que registra el menor porcentaje de asistencia a la PAES 2023. Mientras un 80% de los aspirantes que pertenece a este sector asistió al menos a una de las pruebas, su par científico-humanista registra una asistencia de un 91%.

Si comparamos las diferencias entre puntajes promedio de las distintas pruebas de la PAES según la modalidad de enseñanza del establecimiento, se observan brechas notorias y significativas que dejan a la TP en una evidente situación de desventaja. Egresar de un liceo técnico tiene una probabilidad de obtener un puntaje menor que el que logra un egresado de un establecimiento científico-humanista, y esta distancia se hace más evidente cuando consideramos la dependencia del establecimiento. Recordemos que no existe un solo establecimiento TP en el país que sea particular pagado.

Una tercera evidencia por tener presente a propósito de las transiciones educación escolar-superior, pero que no está relacionada a los resultados PAES 2023, es el nivel de desconocimiento que tienen las comunidades estudiantiles de liceos técnicos sobre las alternativas de financiamiento para acceder a las carreras de la educación superior. Una reciente investigación de la Fundación Luksic demostró que menos del 5% de estudiantes de 4º medio de establecimientos TP conoce los requisitos para acceder a la gratuidad. Paradojal ¿no? porque en estos establecimientos se concentra una alta proporción de estudiantes que provienen de hogares de quintiles de menores ingresos, siendo así personas potencialmente beneficiarias de este financiamiento.

A pesar de los avances alcanzados especialmente en el acceso, las brechas y diferenciación de resultados según nivel socioeconómico, siguen mostrando la alta segregación del sistema educativo. Lo que da cuenta que aún queda un camino largo que recorrer para construir un sistema que permita a las personas desarrollar todas sus capacidades y talentos, sin discriminaciones de ningún tipo. Y también lo es el responder, con una mirada sistémica, cuál es el rol que ocupa la ETP en Chile.

La sobre focalización en los instrumentos de admisión para acceder a la educación universitaria; y, consecuentemente, la asociación de las modificaciones realizadas con el avance en la construcción de un sistema de acceso que promueva y reconozca la diversidad de talentos, capacidades y/o trayectorias formativas; parece alejarnos de la construcción de itinerarios de aprendizaje flexibles e inclusivos.

Es evidente que cualquier instrumento de admisión por sí solo no podrá solucionar problemas estructurales del sistema educativo. Cualquier política de admisión (y el sistema de acceso) definido debe incorporar las características contextuales del Sistema de Educación Superior en su conjunto; considerar las instituciones del sistema, la población estudiantil y, más ampliamente, las particularidades y fortalezas de los dos subsistemas establecidos en la Ley, y cómo se vinculan e integran para avanzar hacia el desarrollo que la sociedad nos demanda.

La invisibilización de la educación técnico profesional en la discusión pública y en la definición de las políticas de acceso y admisión a la educación superior, dificultará aún más la integración y articulación necesaria que requiere el sistema actual. Las consecuencias casi evidentes son/serán la mayor profundización en los niveles de segmentación y estratificación del Sistema. Lo anterior aleja la posibilidad real de avanzar en mayores niveles de articulación entre ambos subsistemas, las instituciones, y sus programas, limitando las posibilidades para que los estudiantes tengan más opciones de acceso y más alternativas y rutas de progresión a la educación superior.

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